DIRECTRICES DEL CIELO

 

#66 LA PASIÓN DE CRISTO     Parte 1

"REFUGIADOS EN LAS SANTAS LLAGAS de Cristo, y allí en el fervor de la oración, y en meditación seria sobre Su pasión, encontrad un remedio saludable para todos los anhelos de vuestra alma." 

- Tomas A. Kempis, Valle de los Lirios


VUESTRA PASIÓN
"Debéis meditar más sobre la Pasión.  ¿Por qué, hijos Míos?  Por que vosotros, también, como seguidores Míos, pasaréis por vuestra pasión sobre la tierra... El tiempo hará que este mensaje sea realidad."
- Jesús, 1 de noviembre 1977

AGONÍA EN EL HUERTO
Ví a Jesús de rodillas, doblado con angustia, orando...  Había gran tristeza en Su rostro, gran pesar.  Él la hablaba a Su Padre en el Cielo: "Padre, tomaré de este cáliz, hasta la última gota, si es Vuestra voluntad.  No es que busque que se Me quite este cáliz.  Mi fuerza es eterna en la luz, y Mi corazón una embarcación sangrante para este cáliz."
- Verónica, 8 de marzo 1971

LOS AZOTES
Yo grite, "¡No! ¡No! ¡Paren eso!"  Porque allí estaba nuestro amado Jesús, quien era aventado hacia adelante y hacia atrás a medida que sus atormentadores  le quitaban Su vestimenta superior de Su espalda.  Ellos amarraron Sus muñecas y metieron un clavo largo en una viga vertical.  Las manos de Jesús estaban atadas con tiras de un cordel marrón tipo cuero.
     Entonces la parte central del cordón que unía las manos de Jesús, fue lazado sobre el clavo largo en la viga.  Pobre Jesús estaba sujetado de Sus manos.
     Había cinco personas en esta habitación tipo cueva que parecía haber sido excavada en una montaña, una especie de habitación-agujero en la ladera de la montaña.
     Grité y respingué a medida que dos soldados se turnaban pegándole a la espalda desnuda de Jesús con una correa larga, color marrón, como de cuero.  En esta correa había ganchos de metal que estaban dispuestos horizontalmente a lo largo de toda la correa.
     Estos accesorios como garfios, como uñas, que estaban en la correa, cortaron y aruñaron profundamente dentro de la carne de Jesús, causando que la sangre emanara.  Era un juego despreciable entre los soldados.  Ellos se reían y bromeaban.  Jesús nunca dijo palabra alguna.
     Yo grite, "¡Di algo! ¡Di algo!"  Él podía salvarse a Sí mismo, pero Jesús permaneció en silencio mientras ellos lo escupían y lo insultaban.  Su espalda se hizo una masa de latigazos y carne rota.  Jesús estaba descalzo;  Sus sandalias se le habían caído cuando martillaron una viga más alta en el palo y elevaron a pobre Jesús, de manera que Sus dedos de los pies casi no tocaban el piso.  El piso tan solo era tierra y sangre.  El soldado comentó, "Quizá le sacaron Su lengua mentirosa. ¡Ha, ha!"  Nuestro pobre Jesús permaneció en silencio.
- Verónica, 8 de marzo 1971

LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Entonces vi a Jesús.  Él había sido liberado del poste y se había caído.  Un soldado lo haló bruscamente hacia un banco tipo mimbre y allí lo sentó.  Pobre Jesús colgó hacia adelante, y un soldado malo puso un largo palo en Sus manos para equilibrarlo, y grito,  "¡Ha, ha!  ¡Así que este es el Rey de los judíos!  ¡Vistámoslo acordemente!"
     El soldado salió para regresar con un puñado de arbusto de zarza.  Usó las tenazas de metal para poderlo manejar mas fácilmente.  Hizo una especie de gorra y la rellenó con un círculo de zarzas.  De esta manera la podía manejar mejor y ponerlo bruscamente sobre la cabeza del pobre Jesús.
     Las espinas eran demasiado duras para entretejer, para que se quedaran unidas, de manera que se pensó en la gorra.  Era tan grande, y continuó bateándola hacia abajo con un palo.
     El sádico sentía placer malicioso cada vez que bateaba.  Jesús, amadísimo Salvador, nunca dijo una palabra.  El dolor era agudísimo.  Lágrimas cayeron sobre las mejías de nuestro pobre Jesús, pero eran de pesar.  ¡El dolor más grande estaba en Su Corazón!
     Las manos de Jesús fueron de nuevo amarradas con el material marrón como cuero;  y Él fue arrastrado hasta pararlo.  El soldado le envolvió Su vestimenta superior en Su espalda rota.  Oh, podía ver cómo se le pegaba a Su sangre que emanaba. ¡Oh, fue horrible!
- Verónica, 8 de marzo 1971

GORRA COMO CANASTA ENTRETEJIDA
Ahora Él se toca Su frente.  Oh, Él quiere que les diga, tal y como me lo dijo esta tarde, que debo decirle al mundo que cuando Él fue crucificado... tienen una falsa noción sobre Su corona de espinas.
     La corona de espinas fue colocada dentro de una gorra como canasta entretejida y luego ésta fue colocada sobre Su cabeza, y Él fue golpeado con los puños y apaleado con palos y martillo para ponerla sobre Su cabeza;  y eso hizo que los terribles clavos de las espinas se incrustaran en Su cabeza.
     Parece ser que Sus asesinos no pudieron encontrar guantes en ese momento para manipular las espinas.  De manera que pensaron llevar sus implementos y colocar estas terribles espinas dentro de una gorra como canasta entretejida.  Y eso fue lo que Jesús tenia puesto cuando fue crucificado.
- Verónica, 27 de septiembre 1986

LA MISA
"El Padre Eterno ha puesto sobre la tierra Su ley.  Ha enviado a Mi Hijo con vosotros como un Sacrificio puro para abriros a vosotros este Reino... Ese Sacrificio era conocido por el Padre y Mi Hijo, ¡e iba a ser llevado a cabo y continuado hasta la eternidad!"
- Nuestra Señora, 18 de marzo 1975

 

En agosto de 1968, Verónica tuvo su primera visión de Nuestro Señor, y a Su solicitud y bajo Su tutela, Verónica hizo su retrato en 1969 que fuese igual a su visión.  Ella lo titulo, Mi Jesús.  Nuestro Señor específicamente quería llamar la atención al gorro tipo canasta entrelazada, porque Él quería corregir el concepto errado que la mayoría tiene de Su corona de espinas.
     Esta visión profunda haría énfasis en el papel de Verónica como profeta de los últimos días cuando esta gran Misión del Cielo acababa de desenvolverse:  un Santuario concebido en la eternidad y uno de tal importancia que la historia, algún día, lo registrará como la aparición más grande y más ilustre de todos los tiempos.
     Nuestro Señor dijo que ella misma debía dibujar Su retrato.  Ella no podía decirle a algún artista ni tampoco era permitida ayuda alguna.  Sin inclinación artística, Verónica buscó un retrato de Jesús que podría ser usado como modelo o base.  Ella encontró el cuadro de Leonardo da Vinci, La Cabeza del Redentor, en el calendario auspiciado por su iglesia parroquial, San Roberto Belarmino.
     Usando principalmente un lápiz, ella dibujó sobre el retrato, haciendo los cambios necesarios.  Al hacer la gorra, ella vio docenas de revistas hasta que encontró el equivalente rojo-marrón de la fronda - el término que Nuestra Señora usa para la palma u hoja usada para su construcción.  Ella cortó la revista en tiras, las entretejió, y usando goma, formó la canasta entretejida en la forma y manera en que la vio por vez primera.
     Verónica dijo que tuvo que trabajar en este retrato 3 o 4 veces antes de saber que Nuestro Señor estaba complacido, agregando que el retrato sí se asemeja a lo que ella vio en 1968 (ver también el Mensaje del 27 de septiembre 1986).
     De una manera que sólo la providencia podría orquestrar, otra dimensión de la Pasión es ilustrada en este retrato para que el mundo entero pueda deliberar.
     Notarán que algo parece emitir de la boca de Nuestro Señor.  Verónica no vio esto en su visión de 1968.  Ella no lo dibujo, ni tampoco lo hizo da Vinci.  Es el resultado del envejecimiento y deterioro de la pieza original - tiene 500 anos-- acentuado por el proceso reproductivo de impresión.
     Sin embargo, en forma profética, esta descarga de la boca de Nuestro Señor, le recuerda a Verónica la Pasión que ella ve y siente en visión cada Cuaresma, desde el 8 de marzo de 1971 (ver bajo;  también la Parte II).
     Verónica explica que cuando Nuestro Señor estaba siendo crucificado, había tres soldados especialmente crueles y bárbaros - los verdugos designados, según comprendió Verónica - que atacaron furiosamente a, y se burlaron del Rey de Reyes.
     En un incidente, uno de los soldados exprimió de una bolsa de cuero, una forma líquida de bilis color oscura dentro de una cubeta pequeña de madera que contenía agua.  Lo revolvió con un palo.  Otro tomó una taza tosca de madera con un manubrio largo y subió la escalera de madera tosca para llegar a la cruz y el tercer soldado seguía atrás con la cubeta.
     El soldado líder entonces sacó con la taza el liquido amargo y lo forzó dentro de la boca de Nuestro Dulce Redentor.  El líquido quemó aun a medida que se chorreaba y caía dentro de las laceraciones profundas de Cristo, intensificando Su tortura y agonía.  Naturalmente, Nuestro Señor nauseó con el sabor, de manera que este líquido exudaba de Su boca, mezclado con un poco de sangre que Él emanaba profusamente.

  

#67 directriz 

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Revised: June 19, 2009