Nuestra
Señora de las Rosas, María Auxilio de Madres
18
de junio de 1993
Verónica
- Oh,
puedo ver a la Santísima Madre que viene a través del cielo. Su figura se ve
muy oscura, como si viniera a través de una gran oscuridad.
Tengo una sensibilidad sobre la oscuridad alrededor de nosotros - ¿estamos
ahora realmente rodeados, como un globo, por la oscuridad? -
Nuestra Señora se adelanta. Y
vi a Jesús pero El, como que se ha ido de regreso a las nubes oscuras, en donde
permanece, por alguna razón. Nuestra
Señora se adelanta. ¡Oh, es tan
bella! Oh, absolutamente resplandeciente hoy en la noche.
Ella ve a Su alrededor.
Y Nuestra Señora tiene puesta una bella capa blanca;
está ribeteada en oro. Nunca
antes había visto eso. Es muy
bella. Y claro, Nuestra Señora
tiene puesta Su túnica larga color crema.
¡Oh, se ve absolutamente bella! Nuestra
Señora parece estar muy alta esta noche. Quizá
es la manera como está de pie. Y
ya no puedo ver a Jesús. Parece
estar en una neblina al lado izquierdo de Nuestra Señora, nuestro lado derecho.
Nuestra Señora ve a Su alrededor y Su manto sobre Su cabeza se ha
deslizado un poco hacia atrás, en donde puedo ver Su cabello.
Su cabello parece ser bastante oscuro.
Y ahora Nuestra Señora sonríe, y pone Su dedo índice sobre Sus labios,
lo que significa escuchar y repetir.
Nuestra
Señora - “Hija Mía e hijos Míos, vengo a vosotros como una
Madre de Gracia; y como Madre, no puedo evadiros la verdad.
Os la debo dar para vuestra propia protección.
“El Padre Eterno - he tenido que ir ante Él y rogarle vuestra causa
una y otra vez porque El desea enviar la Bola sobre la humanidad.
En Su razonamiento, Su razonamiento omnisapiense, siente que ahora
demasiadas almas caen al infierno, impulsadas allí aún por algunos cleros.
“Hija Mía e hijos Míos, a menudo os he aconsejado que cuidéis a
vuestros hijos en este mundo de tinieblas.
Sois responsables de las almas de vuestros hijos.
Como tal, si los descuidáis durante esta vida no podréis entrar al
Reino del Cielo, en vez podríais pasar toda la eternidad en el infierno o una
larga sesión en otro lugar de destierro, el Purgatorio.
“No os riáis, vosotros que no podéis comprender ni buscar la verdad.
Te digo ahora que mires, hija Mía, por Mí, mires lo que te muestro – el
reino del sufrimiento.”
Verónica
- ¿El
Purgatorio?
Nuestra
Señora - “Sí, el Purgatorio.”
Verónica
- ¡Oh!
Nunca he escuchado tal ruido tan fuerte – los gritos y alaridos.
Y veo a personas; están vestidas, pero flotan.
No se, parece ser sin fin. Son
empujadas hacia delante y hacia atrás, y lo único que puedo escuchar son
gritos y gemidos. ¡Oh!
“Oh, Santa Madre, no hagas que mire.
Mi corazón se detendrá, ¡es tan aterrador!
Nuestra
Señora - “Hija Mía, ven más cerca de Mí.
Comprendes que hay tres reinos: el
Cielo, el Purgatorio, y el infierno. Te permití que vieras el Purgatorio, y
comprendo tu choque. Porque –
cuenta, hija Mía, completamente todo lo que has visto.”
Verónica
- He
visto mitras: obispos, aún varios cardenales.
Y luego veo un conjunto entero, aún varios cardenales.
Y luego veo un conjunto entero de sacerdotes con sus sotanas- todavía
están ataviados con sus vestimentas – que gimen y suplican.
Nuestra Señora coloca Su mano delante de mis ojos.
Es aterrador. Es una de las cosas más aterradoras que he atestiguado.
Nuestra Señora se toca Sus labios, lo que significa repetir.
Nuestra
Señora - “Hija Mía, deseo que comprendas y que le cuentes al
mundo la absoluta verdad y la realidad de este reino. Hay mitras y hay sotanas allí.
Deseo que le cuentes al mundo que hay clero que ahora cae al Purgatorio,
si no es que al mismo infierno, porque están mal guiando a las ovejas.
El Padre Eterno desea dejar caer sobre la tierra la Bola de la Redención.
¿Cuánto tiempo, hijos Míos del mundo, podré suplicar por vuestro rescate? ¿Por
qué no escucháis Mi voz? He
viajado a través de vuestro mundo durante muchos años terrenales, suplicándoos
que regreséis de vuestras maneras destructivas.
Clero dentro de las casas de Mi Hijo, debéis mostrar más honor a Mi
Hijo. Hay algunos que son una
desgracia para su profesión, llevando a otros al camino del pecado.
Oh, vosotros de poca fe, ¿por qué degradáis placeres mundanos y habéis
difamado vuestras profesiones, no entraréis al reino del Cielo.
“Hija
Mía e hijos Míos, os Hemos pedido en numerosas ocasiones que recéis por
vuestro clero. Ellos no tienen un pasaporte especial otorgado por el Cielo.
Ellos luchan contra la influencia de Satanás y sus agentes de la tierra,
pero necesitan de vuestras oraciones. Los
habéis olvidado. Ellos necesitan de vuestras oraciones.
“Os pido a todos que recéis por vuestros párrocos.
La tentación es grande sobre ellos;
sin embargo, están siendo probados por el Padre Eterno, y todos quienes
están podridos caerán.”
Verónica
- Nuestra
Señora coloca Su manos sobre Sus ojos, y Ella señala hacia el lado izquierdo,
Su lado derecho. Veo dentro de una iglesia. Se lleva a cabo un servicio.
Pero, sin embargo, ¿qué es lo que hacen?
Están saltando, como retozando por el pasillo.
A medida que observo, veo – es el sacerdote, creo, detrás del altar.
El le indica a dos niños que salgan de los reclinatorios y que vayan al
fondo de la iglesia. Los niños van rápidamente – casi corriendo-
a la parte posterior de la iglesia, y veo que recogen algo.
Oh, son el copón y la patena. ¡Oh!
Nuestra
Señora - “¿Ahora qué es lo que hacen, hija Mía?”
Verónica
- Los
llevan al altar. Ahora el sacerdote
y el otro hombre –
Nuestra
Señora - “Es llamado el diácono, hija Mía, el diácono.”
Verónica
- Le
entregan estas cosas a él, y el sacerdote ahora regresa a su estación detrás
del altar. Ahora, de repente alza su mano y una joven – oh, una joven mujer
sale del reclinatorio. Pero, ¡oh!
Ella tiene puestos pantalones cortes, y ella se dirige al altar.
Ahora Nuestra Señora señala. La mujer comienza a cantar. Su música no
es una de la Iglesia, ni aquella aceptada por Dios.
Y a medida que ella canta, el sacerdote está de pie detrás del altar.
Y en sus ojos. “¿El la
admira o la reprime?”
Nuestra
Señora - “Parece ser, hija Mía, que la admira.
Verónica
- Los
pantalones cortos que usa son muy reveladores e inmodestos, dice Nuestra Señora.
Ahora esa mujer va a sentarse a la par del altar, y de la manera en que ella
cruza sus piernas es una terrible violación de los ritos sagrados, ya que
–“Es muy vergonzoso, Madre Santísima, que yo vea. ¿Debo verlo?”
Nuestra
Señora - “Sí.”
Verónica
- Los
pantalones cortos ya no son pantalones cortos.
¡Casi han desaparecido! Y
puedo ver la expresión en el rostro del sacerdote a medida que él observa esto.
Ahora también hay dos niñas jóvenes de aproximadamente catorce años
de edad que están sentadas a la par del altar, mientras el sacerdote se
adelanta a consagrar la hostia.
Nuestra
Señora - “El Cuerpo de Mi Hijo.”
Verónica
- A
medida que observo, noto después de la consagración que el sacerdote toma su
lugar del lado derecho del altar, en el último reclinatorio de la derecha, y el
diácono va hacia la izquierda. Y
ahora - ¡no lo puedo creer! “¡Oh,
lo veo Santísima Madre! Hay dos niñas
jóvenes. ¿Señora nuestra, cuántos
años tienen?”
Nuestra
Señora - “Catorce años de edad.”
Verónica
- Y
Nuestra Señora dice:
Nuestra
Señora - “Verónica, no cierres tus ojos. Ábrelos y dime lo
que ves.”
Verónica
- Veo
a personas que salen en procesión de las bancas, y ahora reciben la Hostia en
manos de las dos niñas. Ahora la
mujer que está a un lado, muy amigable pero inmodesta, dice Nuestra Señora,
debes decir inmodesta, observa todo esto con una sonrisa en su rostro.
Veo a un hombre sentado en el pasillo.
Llora. Tiene las cuentas del
Rosario en su mano derecha, y llora.
“Se, Madre Santísima, como se siente.
No es de esta generación que ha caído con Satanás.
Se exactamente como se siente. La
única cosa que tiene para seguir adelante es su Rosario.”
Nuestra Señora ve a Su alrededor, y a medida que observo, Ella pone Su
mano sobre Sus ojos. Creo que ha
estado llorando.
Nuestra
Señora - “Hija Mía—”
Verónica
- Nuestra
Señora, puedo escuchar resollar.
Nuestra
Señora - “Ves lo que pasa.
Menos y menos honor Le es dado a Mi Hijo. ¿Qué será de Mis hijos sobre la tierra? He ido por el mundo – a través de años incontables,
tratando de advertirle a Mis hijos sobre el castigo venidero para la humanidad.
También damos una advertencia justa a todo el clero. Si no regresáis de
vuestro camino de riquezas, auto-buscadas y no pensáis en las almas que tenéis
bajo vuestro cuidado para llevarlas al Cielo, vosotros también pereceréis con
los fuegos de la Bola de la Redención.”
Verónica
- Veo
que ahora viene a través del cielo una bola enorme de algún tipo, pero saca
llamas. ¡Se ve enorme!
Nunca he visto algo tan grande.
Y veo lo que parece un globo del lado izquierdo del mundo.
Y este globo viene hacia nosotros, y a medida que se acerca, parece que
esta bola es más grande que la tierra. No
creo que esto se haya visto antes. Nunca
he visto algo tan grande.
A medida que observo, se pone muy oscuro allá arriba.
Pero la luz está muy brillante alrededor de Nuestra Santísima Madre.
Ella está de piel allí y Ella tiene en Sus manos un gran crucifijo.
Y lo sostiene hacia arriba. Es
un crucifijo sin el Cuerpo de Cristo, por alguna razón.
Y Ella hace la señal de la cruz: En el nombre del Padre, y del Hijo y
del Espíritu Santo.
Nuestra Señora ve hacia el lado derecho y hacia el lado izquierdo, y
tengo la sensación que Ella puede ver casi a todas las almas que están sobre
el terreno. Ella gira, y con la
cruz – se que cuando la vi originalmente, tenía el Cuerpo, el Cuerpo de
Cristo. Pero ahora Ella ha girado.
Cuando Ella se acercó por vez primera, había desaparecido y era
simplemente una cruz.
Nuestra Señora gira hacia Su lado derecho, y Ella de nuevo sube la cruz
y hace la señal de la cruz: En el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Nuestra Señora todavía está sumamente molesta.
Lo puedo ver en la expresión sobre Su rostro. Y Ella va hacia atrás
entre los árboles que están directamente por encima de nosotros.
Ahora Ella toca sus labios, lo que significa escuchar y repetir.
Nuestra
Señora - “Hijos Míos, casi es demasiado tarde para llegar a
las multitudes. Mi Corazón está
destrozado por el conocimiento que muchos morirán en la llama de la Bola de la
Redención. Muchos no estarán
preparados. He venido a vosotros
durante muchos años terrenales, ¿y cuántos han escuchado Mi consejo?
¿Cuántos han tratado de enmendar sus maneras que ofenden a su Dios?
“Hija Mía e hijos Míos, especialmente tú, Verónica, hija Mía, has
de saber que tu país pronto recibirá un castigo justo por la matanza de los
pequeños, por las abominaciones hechas sobre sus cuerpos que Dios les dio –
recibirá un castigo justo. Repito,
repito esto tres veces como advertencia para vosotros que sois aquellos, los
culpables del mundo, que ahora han sido instrumentales en la destrucción de los
pequeños.
“Cardenales,
obispos, sacerdotes de la orden de Dios, si sois culpables, regresad de vuestras
maneras.
No hago acusaciones por nombre, a pesar que la lista se hace tan larga,
al Padre Eterno.
Vosotros, a quienes se os dio la gracia dada por Dios para ser líderes
del rebaño, ¡ahora habéis dispersado a Nuestras ovejas!
Obispos, ¿qué ha pasado con vuestra vocación?
Os habéis convertido en saqueadores de la raza humana.
NO podéis esconder vuestra piel del Padre Eterno.
¡Regresad mientras todavía hay tiempo!”
Verónica
- Ahora
Nuestra Señora toca Sus labios y hace así, lo que significa que escuche pero
que no repita.
“¡Oh, no! ¡Piedad! ¡Piedad!...
Sí... Comprendo. Pero, ¿no puedo repetirlo?
No. No, no lo haré. ¡Oh!”
Nuestra
Señora - “Ahora, hija Mía, te sentarás y esperarás a Mi
Hijo.” (Pausa).
Verónica
- Veo
una enorme bola que viene a través del cielo.
Parece un globo del mundo. Pero
como puntos diminutos, veo fuegos que se inician.
No lo comprendo. Parece que
el globo ha prendido fuego. Y ahora
escucho una voz que dice:
Voz
Angelical - “El búho tiene ojos adelante y atrás, siempre
observando al águila. Cuando el
mundo clame por la paz, entonces atacará.”
(Verónica consideró que era angelical).
Nuestra
Señora - ¿Comprendes lo que estoy tratando de decirte, hija Mía?”
Verónica
- “Sí.
¿Cuánto de esto puedo repetir?”
En 1968 y ’69, Nuestra Señora me habló sobre un gran castigo para los
Estados Unidos. Como líder mundial, los ojos del mundo han estado sobre los
Estados Unidos, de manera que el Cielo tiene en cautiverio, de cierta manera, a
los Estados Unidos, por llevar al mundo sobre el camino de la destrucción del
alma.
“Sí... ¿Debo hacerlo?... Está bien. Si lo dices, Madre Santísima.
Pero tengo miedo – tengo miedo.”
Nuestra
Señora - “Deseo que mires, hija Mía, y que Me digas lo que
ves.”
Verónica
- Veo
un agujero. Es muy profundo, y parece haber fuego por todos lados.
Pero en el fuego veo cuerpos que flotan hacia arriba y hacia abajo, y
parecen, parecen estar vivos. De hecho, puedo ver algunos hombres y algunas
mujeres.
Flotan como si carecieran de peso; sin
embargo, puedo ver el contorno de sus figuras.
Y el fuego arde y arde, pero o los consume.
Parecen flotar hacia arriba y hacia abajo, arriba y abajo, pero hay un
ruido ensordecedor que hace que me duelan los oídos – los gritos, las súplicas.
Pero es como si estuvieran en un enorme agujero en algún lugar más allá de lo
que he visto sobre la tierra.
“Madre Santísima, por favor sácame de aquí. Es terrible.”
Ahora escucho las voces que claman por misericordia, pero una fuerte voz
retumba de vuelta: “Demasiado
tarde, demasiado tarde. ¡Tuvisteis
vuestra oportunidad!”
Nuestra Señora se toca Sus labios y se hace más oscuro.
Ya no tengo que ver allí. Nuestra
Señora dijo que tocara Su labio.
Nuestra
Señora - “Tu labio, y repite.
“Lo que acabas de ver, hija Mía, es el infierno.
Muchos han quitado el conocimiento de la existencia de esta morada.
Recordad, hijos Míos, de hecho la verdad que sí hay un Purgatorio y un
infierno, el tormento perpetuo en el infierno.”
Verónica
- Nuestra
Señora ve hacia arriba, a Su lado izquierdo y veo, solamente veo alas y dos ángeles
que bajan a Su lado. No parecen
tener cuerpo. Veo como bellos rostros de niños – así parecen,
como querubines, de apariencia muy agradable.
Y sí veo alas detrás de ellos, pero ningún cuerpo.
Ahora suben a la par de Nuestra Santísima Madre. Nuestra Santísima
Madre toca Sus labios.
Nuestra
Señora - “Te sentarás, hija Mía, y esperarás a Mi Hijo.
El tiene un mensaje urgente para la humanidad.”
Verónica
- ahora
se pone con mucha neblina. Todavía puedo ver allá arriba a Nuestra Santísima
Madre, pero la oscuridad nos encierra. A pesar que veo un puntito de luz a Su
lado izquierdo – es decir nuestro lado derecho- y voy a observar la luz.
Todavía puedo escuchar la voz de Nuestra Señora, Su dulce voz, y Ella
dice:
Nuestra
Señora - “Siéntate, hija Mía, y descansa.”
Verónica
- La
luz se ha quedado estacionaria. No
parece moverse hacia delante. Parece
haberse detenido por alguna razón. Ahora la luz se mueve hacia el centro del
firmamento, y se abre. Oh, ahora se
hace sumamente grande rápidamente.
Oh, puedo ver a Jesús. Ahora
lo reconozco; puedo ver.
No he podido- no se ha abierto lo suficiente, la luz, para mostrarme ni
Su pecho ni Su rostro, pero puedo ver Sus pies- tienen puestas sandalias – y
Su túnica, la cual es de color crema dorado, y El tiene puesto un bello manto
rojo con una guarnición de oro en todo el contorno exterior.
Ahora Jesús viene hacia delante. Lo
puedo ver completamente ahora. Viene
hacia el árbol central. Hay tres
árboles delante de nosotros. En el centro, Jesús está de pie por encima del
mismo, en el cielo, alto en el cielo. El
ve a Su alrededor. Y parece hacer mucho viento allá arriba porque Su cabello se
mueve.
Hay un resplandor alrededor de El que no puedo explicar.
Absolutamente resplandece en el cielo.
Está tan oscuro allá arriba, pero El ilumine todo el cielo. Puedo notar que El va hacia abajo, y ahora El lleva Sus dedos
a Sus labios.
Jesús
- “Hija
Mía e hijos Míos, ¿qué más puedo agregar a la conversación que tuvo Mi
Madre con vosotros? Ella lo ha
dicho todo este tiempo. Ella ha pasado muchos años terrenales yendo a través
de vuestro mundo, tratando de advertirle a la humanidad sobre el Castigo
venidero.
Ha habido muchos milagros puestos sobre la tierra por Mi Madre.
Esto lo hemos permitido como una gracia para la humanidad, pero muchos
han sido olvidados y rechazados. Mi
Madre, en este momento, ha ido por todos los rincones del mundo buscando la
salvación para la humanidad. ¿Cuántos
han escuchado Su consejo?
“La
vida de oración del clero ha caído. A menos que regresen a la oración y al
sacrificio, que renuncien a los antojos mundanos de la humanidad, y acuerden
vivir una vida de piedad y dedicación y fortaleza, aún cuando estén bajo
ataque – no llegaréis a ningún lado, clero Mío, siguiendo las modas del
mundo. Debéis llevar una vida
disciplinada y darle a Nuestros hijos del mundo el conocimiento del Cielo,
infierno y Purgatorio.
¡El hombre puede difamarme muy fácilmente, pero no permitiré que
difamen a Mi Madre!”
Verónica
- Jesús
se ve muy disgustado, muy disgustado.
Jesús
- “Hija
Mía, Verónica, no es Mi intención asustarte.
Pero tengo un sufrimiento terrible por el abuso a Mi Madre.
No aceptaré esto por mucho tiempo más.
A menos que el hombre haga un cambio completo de sus maneras que ofenden
al Padre Eterno, ya no trataremos de evitar que Su mano pesada caiga sobre
vosotros.
“Vuestra nación, los Estados Unidos, ha sido agraciada; pero vuestra
nación ha caído del pedestal en el cual la humanidad la había colocado.
Espiritualmente ha sido arrojada a un lado. La vida de oración ha caído, aún en los conventos.
“¿Cómo podéis, clero Mío, guiar a otros cuando habéis adoptado un
modo de humanismo que abastece a la humanidad? No alimentáis espíritus de Mi
Hijos sobre la tierra. ¡Como tal,
no podéis entrar al Reino!
“El Padre Eterno nunca cambia, hijos Míos.
No podéis construir un paraíso sobre la tierra.
Ese punto nunca se alcanzará, por lo que hacéis sin vuestro Dios.
“Hija Mía e hijos Míos, os pido a todos desde la misericordia de
vuestro corazón, que recéis por vuestro clero.
Son humanos y, como tal, pueden caer en error y pecado. A menos que recéis
por ellos, muchos más estarán en el infierno que has visto, hija Mía.”
“Verónica, siento tu debilidad. Te sentarás ahora.
Y Mi Madre no se va. Ella quedará a Mi lado derecho.”
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Revised: February 03, 2010