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Dietrich von Hildebrand:
Creencia y obediencia: la diferencia crítica...
"¿Pastores, seréis llamados y os pararéis delante, en juicio, del Padre Eterno y diréis que vuestras enseñanzas fueron puras a Su vista? ¡Es mejor que le temáis a vuestro Dios que al hombre! ¿Obediencia? ¡La obediencia es mandada por el Padre Eterno para el bien, no para el mal!" - Nuestra Señora de las Rosas, 26 de Mayo, 1976
Dietrich von Hildebrand, llamado por el Papa Pío XII “el Doctor de la Iglesia del Siglo XX”, fue uno de los filósofos cristianos más eminentes del mundo. Ningún otro escritor católico ha repetido tan completamente el mensaje de Nuestra Señora de las Rosas como Dietrich von Hildebrand. Lo siguiente es un extracto de este libro titulado The Charitable Anatema (La Anatema Caritativa).
¿Cuál debe de ser la actitud interior de una persona hacia las decisiones
prácticas del Papa, decisiones que parecen ser mal aconsejadas o peligrosas en
sus consecuencias, o hasta decisiones que parecen comprometerse con el espíritu
del laicismo?
Dichas preguntas preocupan alarmantemente a los católicos que defienden la
verdadera doctrina de la Iglesia en contra del ataque violento de las
innumerables herejías de hoy. Para poder responderlas, para poder comprender la
naturaleza de la autoridad de la Iglesia, desde el principio debemos distinguir
claramente entre la autoridad teórica y la práctica.
La autoridad teórica es una garantía sobre la verdad de una declaración. En el
reino humano natural encontramos únicamente autoridades teóricas relativas.
Aceptamos la verdad de un descubrimiento generalmente admitido – la existencia
de rayos cósmicos, por ejemplo – a pesar que no somos capaces de verificarla y
aún menos capaces de asirla como podemos asir un hecho evidente. Lo aprendido en
una escuela o una universidad, lo cual no es inteligible en sí (como lo es, por
ejemplo, el hecho que dos más dos son cuatro) es aprendido únicamente a través
de la aceptación de la autoridad teórica del maestro. Pero, obviamente, esta
autoridad es únicamente una relativa: muchas “verdades” científicas que fuesen
una vez universalmente aceptadas han sido subsiguientemente desacreditadas.
Sería no razonable – hasta ridículo – el no aceptar lo que dicha autoridad
teórica enseña pero sabemos, no obstante, que esta autoridad no es infalible y,
por lo tanto, es relativa.
Existe solamente una autoridad teórica absoluta: la Iglesia en temas de fe y
moral. Es una de las bases de nuestra fe Católica que Cristo le ha confiado Su
divina revelación a la Santa Iglesia y que la Iglesia bajo la guía del Espíritu
Santo es infalible en los asuntos de fe y moral – que ella es una autoridad
teórica absoluta en estos temas.
Es por lo absoluto que estamos obligados – aún moralmente obligados – a aceptar
la palabra de la Iglesia como verdadera, creer en ella; mientras que el aceptar
la palabra de la autoridad teórica humana, natural – relativa – nunca es
obligación. No aceptarla puede ser no razonable pero no es moralmente malo. Y
obviamente, la creencia en las enseñanzas de la Iglesia tiene el carácter de fe
– es decir, una apegamiento incondicional y solemne a sus enseñanzas; mientras
que toda la creencia en las autoridades teóricas naturales es simplemente una
convicción natural y difiere radicalmente de un acto de fe religiosa.
Por otro lado, la autoridad práctica apela no a la creencia – a la aceptación de
una verdad – sino a la obediencia. Estamos obligados a obedecer una autoridad
práctica auténtica y someternos a sus mandamientos. A pesar que ninguna
autoridad teórica natural es obligatoria, existen autoridades prácticas
verdaderas y obligatorias en el reino natural. Tal es la autoridad de los padres
sobre el niño; tal es la autoridad del estado. La Iglesia es una autoridad
práctica de un orden más elevado ya que en este caso la representación parcial
de Dios tiene un carácter sagrado. Es una autoridad sagrada y, en todos los
asuntos que pertenecen a su reino y competencia, sus mandamientos y medidas
administrativas tienen un carácter solemne y moralmente obligatorio.
Por lo tanto, podemos ver que la autoridad teórica de la Iglesia apela a nuestra
creencia mientras que la autoridad práctica de la Iglesia apela a nuestra
obediencia. Entonces, claramente la infalibilidad de la Iglesia apela únicamente
a la Iglesia como una autoridad teórica.
Luego, obviamente, la esencia de la infalibilidad implica que nunca hay
contradicciones entre un dogma anteriormente definido y una nueva declaración
autoritaria de fide. En el momento en que llegue a ocurrir dicha
contradicción, la infalibilidad de la Iglesia explotaría, sería demostrada ser
una simple ilusión por nuestra parte. No existen otras posibilidades. Nuevos
dogmas pueden diferenciar y explicar dogmas anteriores, los pueden complementar,
pueden referirse a algo que nunca ha sido definido anteriormente pero que estaba
implícito en la fe o en sus consecuencias lógicas o, en cualquier caso, no
contradice un dogma anterior. Pero ningún dogma, una vez ha sido enseñado
autoritariamente, nunca puede se negado autoritariamente. Por ejemplo, el
rechazo de la teoría sola fides de Lutero nunca podría reemplazarse con una
afirmación de la teoría de Lutero. La consecuencia sería el colapso de la
infalibilidad de la Iglesia.
En lo que concierne a la autoridad práctica de la Iglesia, sus mandamientos
positivos, simplemente no aplica la cuestión de infalibilidad. Un mandamiento
positivo, una medida administrativa, o cualquier prescripción no puede ser
verdadera o falsa sino únicamente válida o inválida, buena o mala, útil o
inútil. La verdad nunca es el tema en los mandamientos positivos o las leyes de
cualquier autoridad práctica. Si en un estado específico la edad para poder
votar se reduce de 21 a 18, podemos encontrar que la medida es sabia o no,
oportuna o desastrosa, pero no tiene sentido llamarla verdadera o falsa. Esto
también se aplica a la autoridad práctica de la Iglesia. Cuando un Papa
introduce cambios en una ley canónica, o cuando divide a una diócesis en dos, o
permite que los niños reciban la Comunión a una edad más temprana, o cambia las
leyes de ayuno, puede ser oportuna o desafortunada, puede ser más adecuada que
la previa ley o menos adecuada que la misma – pero son irrelevantes los temas de
infalibilidad y verdad.
La historia de la Iglesia Católica ofrece innumerables ejemplos de cambios
efectuados de acuerdo a las decisiones de la autoridad práctica de la Iglesia; a
menudo, pero no siempre, el espíritu auténtico de la Iglesia – es decir, el
espíritu de Cristo - la motiva a revocar una prescripción anterior e introducir
una opuesta. En este caso estamos obligados a obedecer la prescripción o
mandamiento; deberíamos aceptarlo con el debido respeto – pero no estamos
obligados a encontrarlo oportuno. Podemos lamentarlo y orar para que de nuevo
sea revocado...
En el caso de la autoridad teórica, la cuestión importante es si una enseñanza
se refiere a temas de fe y moral y no contradice el depósito de la fe Católica.
Aquí estaría en duda la infalibilidad cuando una enseñanza es pronunciada ex
cátedra o de fide. Un caso específico puede ayudar a iluminar el
asunto.
El Segundo Concilio Vaticano declaró solemnemente en su Constitución sobre la
Iglesia que todas las enseñanzas del Concilio están en total continuidad con las
enseñanzas de concilios previos. Además, no olvidemos que los cánones del
Concilio de Trento y del Concilio Vaticano I son de fide, mientras que
ninguno de los decretos del Vaticano II es de fide; el Segundo Concilio Vaticano
fue pastoral en su naturaleza. El Cardenal Felici acertadamente declaró que el
Credo proclamado solemnemente por el Papa Pablo VI al final del Año de la Fe es
desde un punto de vista dogmático mucho más importante que todo el Concilio
Vaticano Segundo. Por lo tanto, aquellos que quieren interpretar ciertos pasajes
en los documentos del Vaticano II como si implícitamente contradicen las
definiciones del Vaticano I o del Concilio de Trento, deberían darse cuenta que
aún si sus interpretaciones estuviesen correctas, los cánones de los concilios
previos invalidarían estos pasajes supuestamente contradictorios del Vaticano II,
ya que los anteriores son de fide y los últimos no lo son. (Deberá
hacerse énfasis que cualquier dicho “conflicto”, claro está, sería aparente y no
real.)
Nuestra creencia en las enseñanzas de fide de la Iglesia debe ser una
absoluta e incondicional, pero no deberíamos imaginar que nuestra fidelidad
hacia la autoridad teórica de la Iglesia queda satisfecha al simplemente aceptar
los pronunciamientos ex cátedra. También debemos adherirnos de todo corazón a
las enseñanzas de la Iglesia en asuntos de moralidad, aunque no sean definidas
ex cátedra. La enseñanza de la encíclica Humanae Vitae, por ejemplo, es
obligatoria porque su contenido siempre ha sido parte de las enseñanzas de la
Iglesia; en ella nos confrontamos con la autoridad teórica de la Iglesia
embebida en la tradición del magisterio ordinario. No es un simple mandamiento
práctico de la Iglesia, como lo es el mandamiento de ir a misa los domingos. Es
una declaración sobre un hecho moral; es decir, declara una verdad: que es
pecaminoso el control de la natalidad. Está prohibido, no por la política del
Papa sino porque la autoridad teórica de la Iglesia declara su calidad de
pecaminoso. En este caso, al igual que en todos los casos de la enseñanza de una
autoridad teórica, se aplica la vieja máxima: Roma locuta: cause finita.
La situación es distinta cuando están en juego los mandamientos positivos de la
Iglesia, las decisiones prácticas. En este caso no nos enfrentamos con la
Iglesia infalible. A pesar que debemos obedecer dichas decisiones y someternos a
ellas en reverencia y profundo respeto, no necesitamos considerarlas oportunas o
prudentes. En este caso no aplica la máxima Roma locuta: cause infinita.
Si estamos convencidos que cualquier cambio o decisión práctica es objetivamente
desafortunada, nociva, comprometedora, imprudente o injusta, se nos permite orar
para que pueda ser revocada, escribir de manera respetuosa sobre el tema,
dirigir al Santo Padre las peticiones para que se cambie – e intentar de varias
maneras influir en una reversión de la decisión.
"La Ciudad Eterna de Roma pasará por una gran conflagración. La disciplina tiene que ser restaurada. Obediencia, sí - pero verdadera obediencia a su Dios y no a las normas del hombre. Mucho mal está siendo tolerado, disfrazado bajo la apariencia de obediencia. Llamemos esto, hijos Míos, una falsa obediencia, cubierta de errores y satanismo." - Jesús, 21 de Agosto, 1976
Las Profecías
Asombrosas de Nuestra Señora de las Rosas en Bayside...
http://www.tldm.org/spanish/messages/messages.htm
Estas profecías vinieron de Jesús, María, y los Santos a Verónica Lueken en
Bayside, NY, de 1968 a 1995.
SATANAS ESTUVO PRESENTE
"¡No destruiréis la Casa de Mi Hijo - Iglesia - asociándoos con los enemigos de
Mi Hijo! ¡No convertiréis al enemigo bajando las normas! Vuestro ejemplo tiene
que ser uno de una Fe inamovible.
"¡Cambio! ¿Qué necesidad hay de cambio cuando la base ha
perdurado la prueba del tiempo? ¡Es el hombre insatisfecho, el hombre avaro y
lascivo quien busca cambio! ¡¿Cambia él para llevar al hombre a Dios?! ¡No-o-o!
¡Él cambia para quitar al hombre de Dios! - y entregárselo a Lucifer!
“Satanás estuvo presente - él escuchó con oídos cuidadosos
durante el Gran Concilio. ¡Él atendió cada movimiento, y colocó a sus agentes
entre vosotros! ¡Reconoced y reconstruid vuestro camino! ¡Habéis sido engañados!
¡Vais por el mal camino! Dad vuelta ahora, o sembraréis las semillas de vuestra
propia destrucción.
“¿Cuántas advertencias recibiréis antes que la Mano de
vuestro Padre sea enviada sobre vosotros? Ninguna fecha doy a la humanidad, sino
a unos pocos. Todos los que aceptan la gracia dada libremente con pedirla, no
serán tomados inadvertidamente. ¡Ellos se prepararán! Toda la humanidad sobre la
tierra deberá prepararse para la muerte. Nosotros vemos a un mundo en el cual la
humanidad va difamándose a sí misma y al Padre, revolcándose en toda clase de
lujuria y placer, abominaciones - ¡aún en la Casa de Dios! Él vive como si nunca
fuese a morir! Ninguna carne humana será eterna, ¡pero el alma es eterna y
vivirá para siempre" - Nuestra Señora, 14 de Agosto, 1974
PARA EL BIEN
"¿Pastores, seréis llamados y os pararéis delante, en juicio, del Padre Eterno y
diréis que vuestras enseñanzas fueron puras a Su vista? ¡Es mejor que le temáis
a vuestro Dios que al hombre! ¿Obediencia? ¡La obediencia es mandada por el
Padre Eterno para el bien, no para el mal!" - Nuestra Señora, 26 de Mayo,
1976
AL MATADERO
"No seréis guiados en obediencia falsa, porque de esta manera seréis guiados
como ovejas al matadero." - Nuestra
Señora, 7 de Septiembre, 1971
UNA MAJESTAD
"Obediencia, hija Mía, obediencia - ¡cuán triste que el verdadero significado ha
sido unido con la distorsión! ¡Satanás ha utilizado el reglamento de la
obediencia para lograr la destrucción de las almas! Hay, hija Mía, sólo una
Majestad que manda vuestra obediencia - ésta es el Padre - el Padre, ¡el Dios
más alto en el Cielo, el Reino de la luz! ¡No debes honrar al hombre antes que a
vuestro Dios! ¡No debes venderle vuestra alma al hombre! ¡Porque entonces
vosotros, por lo tanto, estáis vendiéndole vuestra alma la diablo!" -
Nuestra Señora, 6 de Diciembre, 1974
HACIA VUESTROS MAYORES
"Nosotros pedimos obediencia, hija Mía, hacia vuestros mayores pero no cuando
mal guían. Debéis buscar para separar las ovejas de las cabras. Nosotros no
esperamos que os unáis a las cabras. Recuerda, hija Mía, todos serán juzgados
con una mano firme." - Nuestra
Señora, 2 de Octubre, 1974
CUBIERTA
"La Ciudad Eterna de Roma pasará por una gran conflagración. La disciplina tiene
que ser restaurada. Obediencia, sí - pero verdadera obediencia a su Dios y no a
las normas del hombre. Mucho mal está siendo tolerado, disfrazado bajo la
apariencia de obediencia. Llamemos esto, hijos Míos, una falsa obediencia,
cubierta de errores y satanismo." -
Jesús, 21 de Agosto, 1976
NINGUNA EXCUSA
"Pastores Míos, ¡no
daréis como excusa por vuestras enseñanzas falsas, la regla de obediencia! ¿Y a
quién estáis siendo obedientes sino a satanás? ¿Estaréis delante de Mí y diréis
que vuestra enseñanza ha sido pura a Mis ojos? ¡Os digo que os escupiré como
víboras a las llamas!" - Jesús, 28 de
Septiembre, 1976
OBISPOS
"¡Obispos, despertad de vuestro sopor! Repito, hijos Míos, Mis obispos, ¿seréis
obedientes al pecado? ¿Os uniréis y destruiréis vuestra Fe? ¿Comprometeréis
vuestra Fe con la destrucción final de las almas?" -
Nuestra Señora, 24 de Diciembre, 1975
SOLAMENTE UN MAESTRO
"Obediencia, hija Mía, impone muchas restricciones. Comprenderás que muchos
pastores, muchos hombres de Dios, se afrontan a restricciones. Podrá no ser de
su decisión.
“Sin
embargo, una guía para el clero y las personas laicas, hija Mía, es la verdad.
No sacrificarás de manera alguna tu alma por las cosas de tu mundo terrenal. El
hombre tiene un sólo Maestro, el Dios quien lo creó a él y a su universo. El
hombre tiene que responderle sólo a su Maestro." -
Nuestra Señora, 7 de Septiembre, 1973
FALSA OBEDIENCIA
"Muchos en la Iglesia
de Mi Hijo se han caído. Rezad por vuestros hermanos y hermanas, hijos Míos.
Rezad por vuestros obispos, vuestros sacerdotes, quienes están bajo gran ataque
por motivo de su falsa obediencia." -
Nuestra Señora, 7 de Diciembre, 1977
DIOS NUNCA CAMBIA
"Y Dios nunca cambia. Tampoco debéis cambiar para complacer al hombre. Pero
debéis cambiar siempre para complacer a Dios.
"Y la
obediencia: hay una obediencia falsa, si disgustáis a Dios sólo para complacer
al hombre." - Nuestra Señora, 18 de
Junio, 1982
YO HE LLORADO
"Yo he ido a través del mundo, clamando a Mis hijos, y Mis lágrimas han caído
sobre vosotros, porque He llorado por obediencia hacia el Padre Eterno en el
Cielo, y también, hacia Nuestro Papa, Nuestro pobre Vicario, quien sufre mucho
en manos de los enemigos de vuestro Dios." -
Nuestra Señora, 18 de Marzo, 1983
OBEDIENCIA CIEGA
"Oh, hijos Míos, ¿qué más os puedo decir? Qué más puede hacer el Padre Eterno
para despertaros - vosotros quienes sois apáticos, no importándoos hasta que
seáis asestados por la destrucción; vosotros quienes miráis a medida que las
advertencias pasan, no importándoos hasta que entren a vuestros hogares; y
vosotros quienes vais como patos por las aguas, no importándoos ni preguntando
por qué procedéis en ese camino; y vosotros quienes, en vuestra ceguera, y
vosotros quienes en vuestra ceguera de obediencia ciega os habéis entregado a la
destrucción y a destruir la Casa de Mi Hijo en vuestra obediencia al hombre.
¡Ningún hombre será obediente a satanás." -
Nuestra Señora, 20 de Noviembre, 1976
COMPROMISO
"Si comprometéis vuestra misión por agradar a aquellos que se han puesto para
gobernaros, y si os comprometéis sin el amor de Dios, y no aceptando la voluntad
de Dios, y reemplazándola por la voluntad del hombre, en una obediencia que ha
sido oscurecida por el pecado y la falsa obediencia - obediencia ciega - ¡no!
¡No arrojaréis a un lado a vuestro Dios para agradar a ningún hombre!" -
Nuestra Señora, 13 de Septiembre, 1975
ÚNICO CAMINO
"El hombre se ha colocado en la trampa de satanás al apartarse del camino que
fue dado por el Padre. Disciplina, auto-disciplina y obediencia a las leyes de
Dios son el único camino." - Nuestra
Señora, 24 de Noviembre, 1973
PRIMERO
"Hija Mía, hay mucha confusión en el mundo. Nosotros pedimos obediencia - sí,
Nosotros pedimos, hija Mía, obediencia. Pero debo repetirte esta historia. Es
una de verdad. Vuestra obediencia está con el Padre en el Cielo. Abraham fue
dirigido a ofrecer su hijo como sacrificio: es la ley de Dios, como fue escrita
por Moisés, que no mataréis, pero cuando el Padre había pedido este sacrificio,
él, Abraham, escuchó a Dios, y sabía que la ley de Dios primero y por arriba de
todo es: "Honrarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, y
con todo tu cuerpo.'" - Nuestra
Señora, 13 de Abril, 1974
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Vais por el camino equivocado
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Vaticano II (Parte 1) – Infiltración en la Iglesia
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Revised:
March 29, 2012